Las penurias y glorias de ser latino en «Cielo Falso», el tercer disco de Frucola Frappé

Los chilenos logran capturar su aplaudida esencia en vivo en esta entrega, que viene a cerrar una importante etapa artística y discográfica. Pasar a una adultez resignada, y seguir encontrando colores para darle a la absurda vida, en una placa que suena a contención, burla y confesión, desde el fin del mundo y para toda Latinoamérica.

¿Qué es realmente una boyband?, ¿un concepto vacío de chicos que bailan en honor al pop y el capitalismo o simplemente una banda de chicos retratando la vida a su manera? Por acá nos quedamos con la segunda idea, aunque casi todo tiene dos lecturas.

Bajo esta lógica, es que la agrupación chilena presenta su tercer disco, «Cielo Falso», una entrega que viene a consolidar una trilogía que comenzó hace 7 años con su primer LP. 12 canciones grabadas, producidas y mezcladas por Martín Pérez y los músicos en Estudios Niebla, lanzadas bajo Sello Casata, que se sienten como el fin de una era, pero también como la partida de un brillante trayecto a recorrer para los artistas que toman referencias e inspiraciones de grupos como Los Tres, Primavera de Praga, Blur, Oasis, The Rentals, Pet Shimmers, Big Thief y Pom Poko.

«El concepto, por un lado, es el cielo raso o techo falso que se utiliza en construcciones para separar las habitaciones de la estructura gruesa de un edificio, y que esconde esa estructura que hay detrás y que no se ve: cables, cementos, cañerías y metales. Es también la idea de una eterna promesa, algo que por fuera parece muy bello y pulcro, pero que en realidad no es tan así. Además, hace referencia a lo plástico, a la superficialidad y a esa volcanita que parece tan perfecta pero, en realidad, es muy endeble».

Obras como ‘Continente’, ‘Chileno’, ‘El Apocalipsis’ o ‘El mundo nos trata un poco mal’ cuentan una historia que va de la mano con esa falta promesa: «el hecho de amar, vivir y morir en Latinoamérica, un territorio que muchas veces funciona a medias, pero que al fin y al cabo, es nuestro hogar», dicen sobre la placa que presenta un giro más explosivo y energético, y que funciona como una foto a cómo está sonando Frucola Frappé hoy en día en vivo.

«Las canciones son más directas en su lírica y en la música. Se exploran otros conceptos que antes no eran tan tocados, como la contaminación, la migración, el miedo a la muerte y la mirada irónica que tenemos de nosotros mismos», agregan en uno de sus puntos más logrados hasta hoy, tanto en el estudio como en concierto.

Así, esta boyband del sur del mundo, aletargada de la vida moderna pero llena de un espíritu que sólo en esta parte del mundo entendemos, llega con historias que merecen ser contadas, escuchadas y cantadas. A veces como registro de las falsas promesas que se dan en este territorio, otras como lo que tanto queremos esconder, otras tantas como esos anhelos que esperamos resolver.